Tras cuatro años de trabajo intenso de la mano del Reiki, de los Registros Akáshicos, de la Meditación Activa y de la asistencia de los Maestros Ascendidos nace un trabajo lleno de amor e ilusión.

He podido observar y experimentar los diferentes niveles de sanación que se pueden dar a través del trabajo energético, siempre condicionados por el propio individuo a sanar; por su compromiso con el proceso, por su capacidad de confiar en la voluntad divina, por el amor que hacia él mismo pueda llegar a tener y muchos otros factores tan diversos como personas hay en a Tierra.

Al trabajar con energías de altísima vibración (Reiki, Registros…) la persona a sanar eleva su frecuencia hasta la vibración más alta que en ese momento del camino es capaz de sostener.

Por el contrario, si la terapia utilizada no maneja una energía elevada, el individuo se mantiene en la misma frecuencia del inicio de la terapia.

Creo que ya es un hecho comprobado por todos que el tiempo vuela más que nunca y la vibración de las personas cada vez es más alta. Incluso los que caminan dormidos comienzan a dar síntomas de una conciencia diferente, más abierta, más sensible, ansiosa de cambio.
Y es ese aumento de vibración que se respira en el aire el que me ha dado el impulso para llevar a  cabo una nueva iniciativa. 
Cuando nos sumergimos de lleno en nuestro camino de sanación, de evolución espiritual, cuando comenzamos a recordar nuestra verdadera naturaleza (lo podemos llamar de infinidad de maneras) comprendemos la importancia de mantener una vibración elevada.  A más vibración más sanación. Llega un momento en el que las oportunidades de sanar no cesan, llegan una detrás de la otra y los procesos se van dulcificando hasta que sanar se convierte en una victoria diaria del alma. 
Esta sanación tan dulce procede de la comprensión, del hecho de ser capaces de observar nuestra vida desde una dimensión más elevada, separándonos del sufrimiento y abrazando nuestra naturaleza divina para así mirar nuestra vida con ojos más sabios. 
Cuando caminamos por el centro de la ciudad en un día de mucho tránsito de personas, llega un momento en el que nos sentimos perdidos, confusos y desorientados sin saber hacia dónde dirigirnos. Si nos subimos a un lugar alto la perspectiva cambia y somos capaces de darnos cuenta que el caos es sólo un punto de vista. Desde arriba podemos ver dónde está la salida, sólo era necesario cambiar el modo en el que estábamos percibiendo la situación.
Hubiéramos podido resolver este mismo caos sin mirar desde arriba, quedándonos en el suelo y experimentando la angustia, el miedo y la desesperación. Seguramente hubiéramos tardado más y el camino no habría sido dulce, sino amargo. 
Estas analogías representan dos realidades vibracionales. La tercera y quinta dimensión. Las energías de tercera las conocemos muy bien, son las que llevamos siglos manejando para todo, incluso para sanar.  Las de quinta llevan toda la vida sobre nuestras cabezas, pero con tan pesados cascos protectores ha sido muy difícil incorporarlas en nuestro interior. Ahora nos hemos quitado por fin el casco y la energía de quinta se derrama sobre nosotros como una lluvia dorada que invita a bailar su danza de amor. 
Si la vibración que nos rodea y a la cual debemos dirigirnos sin más dilación es la de quinta, la del amor puro. ¿Qué sentido tiene seguir sanando, limpiando memorias desde el dolor, desde la energía de tercera que ya no tiene anclaje en la Tierra?

 He podido comprobar cómo una lectura de Registros Akáshicos a través del lenguaje de la luz, del amor, es capaz de limpiar en una sesión una herida profunda, enterrada bajo muchas capas de existencias de dolor. Y ello con lágrimas de emoción, de ternura, de autocompasión y comprensión de la naturaleza divina de cada ser. Nunca de dolor.

Por todos es sabido que en una sesión de Reiki es fácil soltar viejas heridas emocionales, y aunque su liberación pueda venir acompañada de lágrimas, es un pequeño paso que conduce a una sensación inmensa de bienestar y libertad producida por la nueva energía que llena el espacio liberado en el corazón.

Por contra a éstas bellas herramientas, aún podemos encontrar terapias que manejan energías de tercera, centradas en la recreación del trauma como método de sanación. Sin tener en cuenta que el hecho de tratar de limpiar energías densas (trauma) a través de energías densas (dolor, rabia, etc.) es una contradicción y un auténtico reto.

Pero el velo ya se ha destapado. Y siento que ya no es necesario sanar de ese modo. Sirvió durante mucho tiempo, pero ahora vibramos más alto y lo que corresponde es abrirse a la energía del amor divino para limpiar nuestras memorias.
Ya no es tiempo de sanar a través del sufrimiento.
Es tiempo de utilizar herramientas de quinta dimensión basadas en el amor.

Con humildad y sólamente desde el centro de mi corazón te hago llegar ésta experiencia a la que he llamado El Viaje del Alma. Deseo que sepas que nace del respeto, la comprensión y un profundo deseo de seguir elevando la frecuencia de los que habitamos en la Tierra.

El Viaje del Alma es un dulce recorrido por aquellos escenarios que el Alma necesita visitar para comprender, para sanar las heridas que aún lleva impresas y ya no tienen sentido en su viaje de regreso.

Es una visita a los Reinos de la Luz guiada por Ängeles, Maestros Ascendidos y guías, con el fin de eliminar aquellos anclajes que nos mantienen aún atados a la tercera dimensión. 
En El Viaje del Alma sanamos desde el amor, sin revivir ningún episodio doloroso. Somos observadores de nuestras propias heridas pero no nos enganchamos a ellas. Sólo las observamos con la sabiduría de las dimensiones superiores, accediendo a la memoria de nuestra Alma, a la luz del Akasha.

En El Viaje del Alma trabajamos con energía de altísima vibración, la energía de la creación, la del Amor Divino, la del Akasha.

En él existe liberación kármica, que viene a través de la comprensión de la realidad del Ser.

Cada experiencia es única, enriquecedora y dulce, pues se desarrolla en total armonía y con la protección de los seres de luz que te asistirán.

El Viaje del Alma es una Terapia dirigida a todas las personas que estén interesadas en crecer; a todo aquel que esté involucrado en su evolución, en su proceso de despertar.

Si llevas tiempo acogiendo en tu interior una inquietud acerca de quién eres, de por qué estás aquí, esta terapia te ayudará.

También si sientes que estás estancado en tu crecimiento, que necesitas respuestas o simplemente un empujoncito para seguir.

Es posible realizar una sesión de El Viaje del Alma de forma individual o asistir a un Taller grupal. En ambos casos habrá sanación para todos los implicados. 
Bienvenid@ a la Quinta Dimensión. Tus hermanos desde el otro lado del velo te están esperando llenos de amor.

«El Viaje del Alma» marca registrada M-3571754(8)

A continuación comparto un artículo del Blog «El Candil de Ana» en el que narra su experiencia personal con El Viaje del Alma. Gracias Ana por compartirlo!

Mi experiencia con la Terapia «El Viaje del Alma»

 13 de Julio de 2015
Desde el corazón me nace un deseo intenso de compartir esta preciosa experiencia a la que yo he llamado “Regreso al Hogar”. 
Mi mayor anhelo en estos momentos es  mostrar  las maravillosas herramientas que están naciendo en estos tiempos de “Despertar”, y “El Viaje del Alma” es una de ellas.
La noche del miércoles, en un dulce viaje, mi alma regresó al hogar…
A lo largo de mi recorrido como entidad almica sé que en un número indeterminado de vidas, he considerado en incontables ocasiones como mi hogar, a infinidad de lugares… En el paraíso que visité esa noche  sentí una conexión muy profunda de origen de mi Ser… quizás fue allí donde tuve una vida más plena, o donde experimenté con total claridad  la deslumbrante Luz del Creador… porque en este hermoso lugar idílico, se enseñaban a los Seres que lo habitaban, cómo tener una  conexión directa con Todos y con el Todo.
Mi viaje particular comienza así:
“Tiernamente guiada y arropada por mis “compañeros de juegos”, iniciamos el viaje con mucha ilusión. Contenidos todos nosotros en un tubo de luz proveniente de reinos superiores y rodeados de Maestros, Guías y Hermanos Cósmicos, fui conducida hasta una escalera ascendente de diez peldaños. Una vez arriba del todo solo atino a recordar una luz muy brillante que no me permitía ver nada más. Me sentía acompañada y protegida en todo momento, en éste espacio no había cabida para el miedo, pero no alcanzaba ver nada más que un “túnel de luz” que abarcaba la totalidad donde me encontraba…
Debía recorrer, como en volandas, este pasadizo que era en realidad un Portal Dimensional… tardé unos segundos en salir de él y poco a poco fui recuperando la visión. Entonces delante de mi comenzó a dibujarse una imagen, aparentemente irreal, tal era la belleza del paisaje que estaba contemplando. Me pareció que yo misma emergía de una montaña, que hacía las veces de puerta a otra dimensión, y allí parada, no daba crédito a tanta maravilla… los colores más hermosos  que jamás he admirado se desplegaban ante mis ojos…era una estampa tan esplendida por su perfección y esplendor que no podía ser si no de otro mundo… Montañas, valles, árboles inmensos, flores de todo tipo, aves, animales que vivian en perfecta armonía con los Seres que allí habitaban. Mi mirada no llegaba a abarcar tanto desborde de naturaleza en estado puro. El agua era parte del paisaje y podía apreciarla en cascadas, ríos, estanques, ¡todo rezumaba una abundancia exquisita! Los olores que llegaban hasta mí, embotaban mis sentidos llenándolos de sensaciones y recuerdos antes vividos. Las casas y demás edificios de la ciudad se mimetizaban en la naturaleza de tal forma que respetaban su orden natural en perfecta armonía. Contemplé durante unos instantes más aquella imagen como si de un espejismo se tratara y comenzaron a aparecer poco a poco ante mí, inmersos en sus tareas, los habitantes de este bello lugar. Unos iban al campo a cuidar los cultivos, otros acarreaban cubos de agua recién cogida de manantiales naturales…todos ellos vestían con sencillez, con calzado de tiras o descalzos.
Me quedé admirando su manera de andar, pareciera que estas tareas nos les suponían ningún esfuerzo, pero lo que realmente llamó mi atención fueron sus rostros… resplandecían de felicidad, de salud, sus sonrisas eran genuinas, sus gestos y ademanes llenos de amor. Se respiraba un aire de hermandad, cooperación y alegría, difícilmente visto en nuestro mundo. Algunos me saludaban inclinando sus cabezas o me sonreían a modo de reconocimiento. Todos ellos me inspiraban confianza, como si fuera mi propia familia. Vivian en comunidad y compartían unos con otros todos los recursos naturales que les proporcionaba la riqueza de esta tierra. Se ayudaban en todas las tareas, repartiéndose los diferentes cometidos y rotando temporalmente para llevarlos a cabo.
Mis pasos me llevaron (guiados por la dulce voz de Montse) hasta una sala contenida en una especie de gruta con el techo muy alto. Y allí, delante de mí se encontraban doce personas sentadas detrás de una mesa con forma de media luna. Sus rostros eran hermosos y solemnes, me observaban con amor, sonriendo, como si esperasen mi visita, al igual que en las otras ocasiones en las que iba allí, durante mis horas de sueño, para reencontrarme con familiares y amigos. 
Este recinto era muy especial, era un lugar Sagrado, se  respiraba una atmosfera llena de paz y  vibración elevada proveniente tanto del recinto en si como de los Seres que presidian este espacio.
Mi padre era uno de los Miembros del Consejo. Estas personas estaban a cargo de salvaguardar el bienestar de toda la Comunidad y tomaban las decisiones que pudieran surgir siempre con la sabiduría y amor que les caracterizaban. En su mayoría eran hombres, pero también había mujeres entre sus miembros. Su experiencia y sabiduría les confería el grado de Miembros de este Consejo.
Les fuimos realizando preguntas que pudieran ayudar a las personas que estábamos allí reunidas, realizando “El Viaje del Alma” y pedimos  información y consejo para este tiempo clave de la humanidad. Ellos de forma telepática nos compartían la información con suma paciencia y amor. El Ser que presidia este Consejo tomaba “la palabra” y me daba las respuestas adecuadas para nuestro avance espiritual a nivel individual y general. Le observaba con respeto y admiración, escuchando atentamente sus respuestas. Su imagen irradiaba tanta luz y comprensión que uno no quisiera alejarse nunca de su lado. Su barba blanca y cabello de igual color, le daba un aspecto distinguido, pero su edad era indeterminada, rebosaba salud y jovialidad. Su voz en “mi cabeza” se escuchaba hermosa y dulce, de una sonoridad realmente sanadora y amorosa.
Su mensaje era de ánimo y esperanza para estos momentos en la Tierra. Nos instaban a no tirar la toalla y seguir con fuerza en el camino de la Luz. Cada uno de nosotros tenía una misión que realizar y nuestro aporte era muy importante, nadie carecía de valor.
Vi aparecer, mientras me encontraba allí, a compañeros de esta vida y sus caras estaban llenas de felicidad, me gustaba sus vestimentas y sus cabellos adornados de flores, y sus risas…
La experiencia ha sido maravillosa, me encontraba hablando con mucha seguridad, narrando lo que veía y transmitiendo el mensaje de amor que de forma tan real me estaban dando estos Seres de una  Civilización avanzada.
¿No sabes aún de qué lugar se trata?
Nuestra amada Lemuria…una de sus muchas ciudades, un lugar que en aquella época gloriosa me vio nacer. Hace ya tanto de esos días y a la vez hace tan solo un suspiro, tal es la intensidad de los sentimientos que se despiertan en mí. No quería volver aún de allí, necesitaba explorar más sitios, visitar a más personas ¡tenia tanto que ver! Y sin embargo sabía que iba a regresar muy pronto, tal vez esa misma noche al cerrar mis parpados para descansar de esta realidad menos sutil…
Estoy segura que iré recordando más detalles, “liberando” más recuerdos o me irán mostrando a través de señales o imágenes lo que necesito recordar para el bien de mi alma, y para tener la certeza de que este lugar existió de verdad, que yo viví allí, porque mi corazón sabe el camino y me lleva de regreso a él cada vez que se lo pido…
Gracias a mis compañeros de camino por arroparme en este viaje. 
Gracias querida Montse (Rincón de Sanación) por esta maravillosa experiencia. Imborrable queda ya su huella en mí, aportando   crecimiento a mi Ser.
Con infinito amor  les doy mil veces gracias a los Seres de Luz que me acompañaron e hicieron que me sintiera en todo momento segura y en paz…
Gracias, Gracias, Gracias
Nunca ha sido tan dulce volver al Hogar…
Con amor
Ana