En éstos tiempos en los que las herramientas de crecimiento personal están cada vez más extendidas, asistimos a una transformación global y necesaria de los seres humanos. 
Cuando salimos del estado de letargo y comenzamos a experimentar con las diferentes técnicas que hay al alcance de todos, es normal partir de un estado de negación de uno mismo que es fruto de años de «des-empoderamiento» al que la sociedad nos ha ido sometiendo. Nos negamos a nosotros mismos mil y una veces y ello ralentiza nuestro avance, sobre todo en los inicios. En ese periodo, es fácil tirar la toalla y zambullirse de nuevo en la ensoñación. Realmente es una pena, por ello en los inicios es importante no caminar sólo, verse apoyado, orientado y sostenido para que las semillitas puedan germinar. 
Si conseguimos superar éste trance, entonces viene lo mejor. Iniciamos un proceso de transformación personal que no cesa de traer cosas buenas a nuestra vida. Nos abrimos a los demás y al mundo entero y la confianza en uno mismo no cesa de crecer. Poco a poco vamos tomando nuestro poder y soltando las manos de aquellos que nos han ido sosteniendo y finalmente, nos descubrimos.
Conocernos a nosotros mismos no es fácil. Creemos que sí, que sabemos todo de nosotros porque sabemos de nuestra dimensión física, pero eso es solo la punta del iceberg. Somos inmensos e infinitos y llegar a descubrirlo es la experiencia más increible que podamos llegar a tener. Cuando lo logramos, nos comenzamos a amar de verdad, profundamente. Y desde ese amor verdadero ya nada puede detenerrnos. 
Ese es el auténtico poder que hay en nosotros, el amor dado en todas direcciones. Comenzando por amarnos a nosotros mismos, nos abrimos a la experiencia única y perfecta de amar a los demás desde nuestra totalidad, es decir, dando lo mejor de uno mismo a través de un amor sin condicionamientos, puro y perfecto. 
Te animo a que tomes tu poder. Negarte una y otra vez a tí mismo, renegar de tus dones y capacidades, te aleja de quien realmente eres y resta el amor que tienes para darte a tí mismo.
Piensa por un momento en lo mucho que has cambiado. Hace unos años no se te hubiera pasado por la cabeza que fueras capaz de desempeñar las tareas que hoy desempeñas, ni de lograr las cosas que has logrado. Si en ese momento te hubieras negado, hoy no serías quien eres!
Si de veras deseas contribuir al cambio en el mundo, mirate al espejo, sonríe y ámate.
¡Y estarás amando al mundo entero!