Recuerdo el día que mi maestro de Reiki Claudio Márquez contestando a la pregunta de cuánto tiempo debía pasar entre niveles de Reiki, contestó: 
«Hacerme cargo de los tiempos ajenos, es hacerme cargo de los karmas ajenos…»
Con el tiempo he podido comprobar en incontables ocasiones lo cierto de ésta afirmación. 
He encontrado personas que asisten a lecturas de Registros Akáshicos porque un amigo se la ha regalado; también quien viene porque otra persona le ha asegurado que es justo lo que necesita en ese momento (aun sin saber lo que es);  bastantes que no dejan pasar ni seis meses entre lectura y lectura… y como resultado he encontrado indiferencia, falta de compromiso, incomprensión, incluso decepción y enfado por la falta de precisión de los maestros a la hora de «pronosticar el futuro». (Los Registros Akáshicos hablan a tu alma y hablan desde el amor. Tu alma está libre de las ataduras del ego, no necesita saber quién, cuando, ni dónde …)

Nuestro camino de evolución es sagrado y sólo hay una persona que sabe qué es lo mejor para tí. Esa persona eres tú. Tú tienes las respuestas, sólo tú sabes realmente en qué punto del camino estás, qué necesitas para continuar, hacia dónde te tienes que dirigir y quién es el mejor compañero de viaje.  
Sólo tienes que escuchar en tu interior, hacer caso de la corazonada, de aquello que te estremece, del brillo en tus ojos y el latir de tu corazón. ¿A que no es difícil?
No está mal que pidas consejos, pero antes de actuar escucha en tu interior. Esa terapia de la que te están hablando ¿Te hace vibrar? ¿Es eso realmente lo que tu alma necesita para continuar?

Si vas de terapia en terapia porque «alguien en quien crees más que en tí» te lo ha aconsejado, te puedo asegurar que no vas a experimentar ningún avance… estarás más bien recorriendo un camino que no te pertenece y lo más seguro es que sientas decepción y en algún momento estés más perdido que cuando comenzaste.

El propósito inicial de las terapias que nos conducen a un desarrollo espiritual ha de ser siempre despertar nuestro maestro interior, por ello el facilitador jamás debe recomendar, dirigir ni aconsejar los pasos del alumno. Debe ser capaz de acompañar en silencio, de mostrar al alumno que posee un inmenso potencial. Debe darle la confianza suficiente para que aprenda a creer en él y en sus capacidades, y a que una vez descubiertas, sea él mismo el que responda a las preguntas que tantas veces se ha formulado.  
Cuando recomiendas a otro, estás interfiriendo en su camino. 
Cuando caminas según los dictados de los demás, estás perdiéndote tu auténtico camino de realización. 
Es mi opinión. Con humildad. 
Gracias.