¿Cómo hacemos para vivir la navidad verdadera? La del corazón, la del amor compasivo, la de la conexión con el todo… 
¿Como hacemos para enseñarle a nuestros hijos los verdaderos valores que rodean la llegada del Amor a la tierra? 

No conseguimos vivir en coherencia. Nos vibran todas éstas palabras, amor, conexión, compasión, luz… pero nuestro medio de vida se rige por otras leyes muy distintas. Deseamos entrar en coherencia, pero no damos el primer paso para hacerlo. Estamos atrapados en una pecera llena de luces y adornos, y nos afanamos en mantener su belleza superflua, porque hemos aceptado que es auténtica. 
Me reconozco conocedora de la verdad, a la vez que sostenedora de la mentira. Si, no vivo en coherencia. Deseo unas navidades llenas de amor, de paz, de solidaridad, pero entro en el juego de la mediocridad, otra vez.
Me duelen las ciudades iluminadas de sueños, pero de nuevo adorno mi casa. 
Me duele Alepo, sin Reyes Magos, sin vida… pero acabo de recibir a los Reyes Magos de Amazon.
Me indignan los supermercados abarrotados, y volveré a llenar mi mesa.
La vida corre tan deprisa… y tan despacio. Rápida mientras día a día, sostienes el decorado cutre… Lenta, mientras te sales de él y observas desde fuera, y te esfuerzas en cambiar. 
Así son los tiempos que nuestras almas eligieron vivir… extraños, convulsos, arraigados. Así nos ponen a prueba cada año, cada día… 
Salir de la pecera y mirar alrededor: observar el decorado verdadero, el que huele, brilla, respira… el que tiene vida. Y comenzar a vivir en él aunque estés muy sólo, al principio.
Y aguantar el tirón que no es fácil. Introducir cambios en uno mismo, para adaptarse a éste medio… quitarse disfraces, etiquetas, gafas oscuras… caminar desnudo, sin adjetivos, con los ojos conectados al corazón. 
Y actúar un poquito cada día…
Hablar con tus hijos, decirles la verdad. Alepo existe, también Sudán del Sur… 
Colmarles de regalos, sobre todo de ésos que implica tener sus manos entre las tuyas y las miradas templadas por el corazón. 
Adornar tu casa con luces de esperanza, de amor compasivo, de la ilusión de cambiar el mundo. Al fin y al cabo Jesús vino a traer todo eso… y  no hace tanto. 
Celebrar con tus seres queridos la vida en si misma. Que estamos vivos y podemos hacerlo mucho mejor. 
Lanzar, lanzar, lanzar semillas sin descanso. 
O simplemente, amar, pues al final sólo se trata de eso.

Digo yo, que amando sin condiciones, dentro y fuera de la pecera, al final, tiraremos las paredes y nos abrazaremos.