Querido Septiembre,
¡Qué alegría recibirte!


Sé que en tu brisa matutina, esa que anuncia que el verano se apaga, vienes cargado de sorpresas en forma de comienzos, nuevas oportunidades, grandes y pequeñas enseñanzas…


Por eso voy a abrir bien los ojos y el corazón para no perderme ni una.
 

Me siento emoocionada, como una niña con sus libros y cuadernos nuevos.
 

Por favor, tenme paciencia!
 

Puede que me sienta adormilada, alicaída, desorientada…
 

Puede que me ensimisme acariciando  la arena que traje de la playa o recordando puestas de sol…
 

Prometo dejar que tus estrellas brillen tanto como las de agosto, y atiborrarme de moras… y por qué no, escirbirte una poesía. 

Querido Septiembre, gracias por tocar mi puerta.