Dice el Maestro en meditación Ajahn Chan «Si tienes tiempo para respirar tienes tiempo para meditar». Con éste pensamiento llegamos a la conclusión de que ni meditamos ni respiramos… «¿Cómo que no?» Pues no, lo que hacemos en nuestro día a día no es respirar, es no-ahogarnos.
Por ello, si decides comenzar a practicar la meditación, quítate los complejos y siemplemente siéntate en silencio y presta atención a una de las funciones más importantes que realizamos durante todo el día y toda la noche, respirar. Observa la entrada y salida de aire de tu cuerpo y disfruta con ello, acompaña mentalmente al aire recorriendo cada esquina de tu ser, realízalo de manera responsable, dándole tiempo a cada inspiración y a cada exhalación. Hazlo de manera acompasada, tranquila y disfruta. Respira.
Una vez que hayas realizado éste ejercicio estarás en disposición de meditar, sea cual sea el tipo de meditación que vayas a realizar.
En Reiki practicamos mucho la meditación «activa o creativa», que consiste en utilizar nuestra mente para recrear lugares o situaciones, siguiendo los pasos de un guía que poco a poco nos va llevando hasta el objetivo de la meditación, que puede ser elevar nuestro nivel vibratorio, equilibrar nuestros chakras, conectar con nuestro yo interno o romper un bloqueo emocional… En éste tipo de meditación es importante buscar la comodidad, ya que si realizamos posturas complicadas (loto), es posible que desviemos nuestra atención a algún punto de nuestro cuerpo que se resienta y se nos olvide por dónde íbamos. Se suele realizar sentado en una silla o tumbado.
Hay otro tipo de meditación más «profunda y pasiva» que busca la mente en calma, la conexión con nuestra parte sagrada acallando la mente y entrando en contacto con nuestra esencia espiritual. Los budistas practican ésta meditación cada día en su búsqueda del Dharma, que es como denominan al «sostén de la felicidad» o autorealización. Se suele realizar sentado en el suelo con la espalda muy recta, ya que se busca una conexión vertical desde la corona hasta la zona umbilical, donde habita nuesto yo-interno. Requiere práctica, ya que es dificil mantener ésta postura sin que se resienta la espalda o la zona del coxis.
Ambos tipos de meditación son importantes para el practicante de Reiki, porque con el primero utilizamos nuestra mente de forma positiva, creativa, teniéndola ocupada en algo concreto y positivo y no vagando en ideas y pensamientos neutros o negativos; y con el segundo entramos en contacto con nuestra esencia y entendemos que no somos una mente pensante, sino una energía creadora conectada con una energía superior a través de un núcleo espiritual, y que podemos utilizar ese núcleo para ayudar a los demás a través del amor y la compasión.
No olvidemos además que el Reiki tiene un origen budista (sus cinco principios nos lo recuerdan); aunque su enseñanza no incluya la práctica de la meditación de manera explícita, el practicante de Reiki con el tiempo comenzará a meditar de manera natural.
Te animo a que dediques unos minutos cada día a practicar la meditación. Comienza sin grandes pretensiones, sólo disfrutando del hecho de estar, de respirar, de ser tú… y poco a poco comprobarás que es más fácil de lo que piensas.
Y lo más importante, la meditación es el mejor alimento para el alma.