Y entonces inicias El Camino, el auténtico, el que has venido a recorrer.
El que es único y en el que tú también eres único y extraordinario.
El que está lleno de aventuras y en el que los tropiezos se convierten en los tomos más emocionantes de la biblioteca de tu alma.
Ese camino brillante en el que avanzas sin miedo, pues en él siempre te sientes sostenido.
En el que te cruzas con seres infinitamente sabios: algunos que se quedan y caminan contigo bajo el temporal y corretean de tu mano por paisajes de cuento; otros que te acompañan y te aroman durante alguna etapa y otros que te regalan una flor y siguen pizpiretos su ruta.
Ese camino bello en el que por fín, puedes mirar a los ojos, tomar manos y beber sonrisas.
En el que no hay cuentos ni excusas, ni miradas esquivas, ni esguinces en el alma.
Ese camino, Tu Camino, el del alma.
El camino de regreso a casa.