En el momento que menos te lo esperas puedes sentir una corriente de inspiración que te inunda de la cabeza a los pies y unas ganas locas de plasmar el torrente de ideas que circulan por dentro de tu cerebro. Eso me ocurrió el otro día ante un bocadillo de tomate con tofu.
Estaba degustando mi bocata con deleite. Sí, con deleite porque estaba realmente bueno. Pero bueno de verdad. No bueno como una hamburguesa, ni como un plato de jamón ibérico. No. Estaba tan bueno que mi disfrute iba más allá del placer físico que te llena la boca de salivilla y activa una vocecita en el cerebro que dice «quiero más, quiero más»… Nada que ver. Era un disfrute sobrenatural. Místico.
Y ahí es donde empiezan mis reflexiones y por ende, la corriente de inspiración. Apareció en mi mente la pregunta clave: «¿Qué es lo que realmente me está pasando para que zamparme un bocadillo de tomate con tofu se convierta en una experiencia mística?»
Reflexioné sobre el plato de jamón, la morcilla, el pollo con patatas y los calamares fritos tan populares y queridos por todo el mundo… alimentos todos de origen animal (menos las patatas 😉 y muy bien vistos en sociedad. Tanto que nuestro cerebro no tiene ninguna duda de que están de rechupete. ¿Cómo no vas a disfrutar de algo que está incorporado en tu sistema de creencias?
¿Produce «felicidad» comerse un plato de jamón? Pues veamos, digamos que produce una felicidad física, palpable. Ummm, que rico está mientras me lo como, qué sabor, qué grasilla más rica o lo que a cada uno le despierte… Pero una vez ingerido, ¡la felicidad terminó!

A eso se refieren cuando dicen que comer es un placer. A ese momento más físico y mental que otra cosa.

Pues yo he descubierto que efectivamente comer es un placer. Un auténtico placer para todo mi ser, no sólo el físico y mental. Y además, no es pasajero. Comer es un placer cuando lo que comes sostiene un estado de conciencia elevado. Porque si lo que comes te hace sentir bien en tu corazón, te permite ser consecuente con tu modo de pensar, de vivir, de ser… Si lo que comes te hace crecer como persona, cada bocado se convierte en un auténtico deleite, en un placer espiritual que lejos de ser pasajero perdura en tu interior día tras día. 
No me preguntes más veces si quiero jamón, si lo echo de menos… Por favor. Soy feliz con mis recetas deliciosas que me elevan hasta las nubes y me permiten ser yo. 
PD: Receta de mi bocata de Tomate con Tofu
Dos rebanadas de pan de espelta integral o un pan de semillas 
Rodajas de tomate
Lechuga
Maíz
Una loncha de tofu blanco
Sal, chorrito de aceite de oliva y orégano o albahaca
¡Si lo pones en la plancha o en una sandwichera ya es el sumun del placer!