Entonces emprendiste un viaje alejándote de El/Ella, un viaje por el Cosmos que te trajo hasta aquí, hasta éste lugar, hasta éste momento.
No lo recuerdas pero un día fuiste la Fuente. Eres la Fuente.
Eres Amor. ¿No lo sientes? Si cierras los ojos y respiras, si llevas tu conciencia al centro de tu pecho te darás cuenta de que lo que habita en tu interior es silencio, paz, amor… si permaneces unos minutos disfrutando de tu inmensidad, verás que en tu cara se dibuja una sonrisa.
¿No es maravilloso sentirse así? ¿Ser asi? Pues eso es lo que eres. Ni más ni menos.
Ahora, durante el día, ¿Cuántes veces disfrutas de tí? ¿de tu verdadero Yo?
¿Cuántas palabras pronuncias que están en sintonía con tu paz interior? ¿Y pensamientos?
Sabemos que todo es vibración, todo es energía. Tus palabras y pensamientos lo son, y tú, lo eres. Cada palabra y cada pensamiento que sale de tí es vibración. Cada palabra y pensamiento amorosos elevan tu vibración pues forman parte de tí, están en tí.
Por ello, cada día emite sólo pensamientos y palabras amorosas. Evita pensamientos limitantes y negativos hacia tí mismo y hacia los demás, pues éstos lejos de sumar, restan, impiden elevar tu frecuencia y te mantienen alejado de Dios.
No hay otro modo de regresar a la Fuente, a la esencia, al Amor, que a través del Amor. Sólo así, sumando frecuencias de amor, podemos emprender el auténtico camino de regreso.
Eres perfecto en tu interior. Compruébalo. Y muéstralo al mundo.
Recuerda quién eres. Eres El/Ella.
Gracias. Te amo.